14 octubre 2014

Hablar de política

Me dice un amigo de un amigo; por cierto, eso de que los amigos de mis amigos son mis amigos es una de las estupideces mayores que he escuchado, ¿por qué van a ser los amigos de mis amigos, mis amigos? A no ser que definas amigo a lo facebook (cientos, miríadas de amigos… ¿a los que les cuentas cosas íntimas?) Bueno, me dice que escriba algo de política y de paso si soy zurdo, diestro o ambidiestro (¿por qué no se dice ambizurdo?) de ideas. Me niego.
Como para mucha gente la política es la posibilidad (siempre que ganen los suyos) de la paz mundial, seguroquelohacenmejor, losotroslohacenpeor… (he puesto todas las letras juntas, me ha dado por ahí); cuando uno habla de política puede herir sensibilidades. Y si a uno le da por decir cosas tipo: si cambias tu mundo cambias el mundo, hechos antes que palabras… entonces te pueden tachar de utópico e irresponsable, raro o “este vive en los mundos de yupi” (tengo que analizar la palabra “yupi” otro día; ¿recordáis los de mi generación la canción yupiyaya, yupi yupiye? ¡qué tortura de canción! ). Así que… ¿Cómo hablar de política y declararse ambizurdo, diestro, o lo que sea de ideas? Así, públicamente. ¿Y a quién le importa lo que uno sea o no sea? ¿Y por qué es tan importante que se sepa? El hombre: ese homínido que se cree que ya no es un animal (mientras hace guerras) y piensa que es el centro de todo. Un águila no se pregunta quién es o a qué sitio pertenece, vuela, caza y vive y con sus actos contribuye al equilibrio. Solo el hombre intenta ser algo que no es (dar imagen) y modifica (o arrasa) la tierra con la que luego se identificará para ser un homínido de lo más mono (y por eso salimos todos monísimos en las fotos de washapp) en la ciudad o “polis” que es de donde viene la palabra política. Esa palabra que pretende organizar las “polis” por el bien común mientras el común, justifica odiar al otro común si no comulga con sus ideas, que es el opuesto de los hechos. (¡Mierda! No me quito de la cabeza la canción del “yupiyaya” que he recordado líneas arriba)
Me he dejado la “familia política” Lo que no puedo es cuando algún yerno llama “mamá” a su suegra. Que no, que eso no puede ser, para una cosa que está claro que solo hay una. Utilicemos mejor las palabras, no las politicemos.  ¡Yupiyé!
 
 
Aviso: si la escuchas tendrás el soniquete todo el día: