13 diciembre 2016

El entierro de la señora Julia

Asistimos al entierro de la señora Julia. Ya era hora que muriera semejante encarnación del mal, del quiero y puedo hacerte daño, del te acuchillo por la espalda; de hecho, una noche al quitarme la ropa, descubrí que llevaba en la chaqueta dos miradas de reojo, tres injurias, dos calumnias y un dedo corazón erguido amenazante.
Asistimos un gato colorado que parece una versión de “El loco del pelo rojo” gatunil (tiene bigotes canosos y lleva algo en la boca que me ha parecido un canuto) También están presentes tres víctimas de sus ataques (supongo que para asegurarse de verla bajo tierra), dos familiares, un guardia civil por si alguien le da por rematarla o quizá por si resucita, varias ausencias y el propio cura, que inicia la despedida así:
Quisiera despedir a esta persona que ha dejado un gran vacío entre nosotros, una buena persona a la que echaremos en falta…
Y la realidad vive escondida bajo la manta de convencionalismos que hemos decidido admitir.  

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