Merienda un sol sostenido por la sonrisa de su amante mientras aparca la batuta en el armario para que esta noche no sea dirigida. Ella le da un do de pecho, él se olvida del “mí” y le da un “sí” por todo su cuerpo. Mientras ellos se ajustan en sintonía, los anillos descansan en la mesilla, la mentira bien cerca y la verdad en la cama. “La vida es una melodía corta en la que hay que aprovechar los allegrettos” suele pensar.
Cuando terminan, todo transcurre en un largo adagio de intemporalidad. Al día siguiente tienen el concierto, él sacará la batuta, ella el violín, él dirigirá el vals de la bella durmiente, ella recordará las noches perdidas… Mañana se irán con la música a otra parte.
Cuando terminan, todo transcurre en un largo adagio de intemporalidad. Al día siguiente tienen el concierto, él sacará la batuta, ella el violín, él dirigirá el vals de la bella durmiente, ella recordará las noches perdidas… Mañana se irán con la música a otra parte.