27 febrero 2021

Inmunidad de rebaño

Compartimos represión a raudales, somos rebaño en busca de líderes a los que echar la culpa, en busca de que nos digan qué hacer e incluso qué decir.

Estamos consiguiendo una inmunidad total a la persona que hay dentro y ya estamos instalados de lleno en nuestra carta de presentación: el cuerpo. Moldeado, retocado, el dios al que hay que adorar, así estás de guapura así eres.

No sólo eso, tenemos una inmunidad total a la verdad. De hecho, una persona que comete el atroz atrevimiento de vivir sin represiones varias, es una inmadura. Madurar es mentir, como no. ¡Qué atrevimiento eso de la libertad! Afortunadamente ya hay inmunidad y se da por sentado que la mentira es natural, lo “normal” Desde que nacemos vamos absorbiendo el programa del personaje para adaptarnos a la neurótica sociedad que nos recoge con los brazos abiertos siempre que estés inmunizado contra la verdad.

Tenemos esclavos de su ideología, matrimonios suspirando por un poco de affaire no permitido, evitadores de realidad absorbidos por conspiraciones o sectas, críticos con la educación hasta que enchufan al hijo, voceros de la ética censurando la voz, abdominales como currículum y tipazo al por mayor, traficantes de espiritualidad, adictos a la patria y censura de oferta.

Tenemos una inmunidad de rebaño inoculada por el miedo a lo real, al interior.

14 febrero 2021

Enamora... miento

Es curioso que haya día de los enamorados, teniendo en cuenta que es un estado de estupidez transitorio en el que, a lo mucho dos años después, uno se da cuenta si hay amor (esta palabra significa libertad) o búsqueda (una vez más) de ese estado efímero con otra fugaz persona que se preste a ello.

Así pues, una vez termina la dopamina de ver seres perfectos y la norepinefrina y serotonina de focalizar la vida en un solo goce… solo entonces puede quedar esa agradable complicidad de compartir mi libertad con tu libertad sin ser nadie de nadie. Ahí empieza el amor y no tiene día; tiene ahoras.  


06 febrero 2021

La nueva era

Todavía recuerdo cómo en los años ochenta las revistas de corte espiritual decían que el siglo 21 iba a ser la época del despertar, de un avance en el ser humano. Lo llamaban “La era Acuario”

Pues ya estamos en esa época. Después de fallar todas las profecías del fin del mundo de grupos apocalípticos, negacionistas y videntes que no ven más allá del dinero, nos plantamos de lleno en estos tiempos.

El machismo aumenta en los últimos diez años, la adoración a la imagen es el camino a la felicidad, se disparan famosos que cobran por contar a quién se cepillan, el cepillo de la religión no arregla el estancamiento de las Iglesias, agoniza la filosofía (bueno, directamente la quitan), el estereotipo chico es con tableta abdominal y el estereotipo chica es… el de siempre multiplicado por cinco operaciones. El yo es la apariencia, los libros son un entretenimiento muy lento, se triplica la ansiedad en la última década, se censura hasta la mirada y el clima está reñido con la producción de dinero.

Sobre el espíritu… nada de nada. Algunos se apropian de la palabra para otras intenciones y las prisas no permiten tiempo para semejantes temas. Supongo que todo esto será porque en 1999 no nos vacunamos. La vacuna de la realidad, del darse cuenta, de la empatía y el respeto, del gusto por la cultura, de lo lento y la paciencia, de la ausencia de represión, de la libertad del amor y del amar… la vacuna del humanismo.

Veinte años ya de este siglo y no se atisba una nueva era por ningún rincón de este ovalado (aunque plano según algunos; y para los revisionistas del lenguaje también algunas) planeta-eto.

"La humanidad, partiendo de la nada y con su solo esfuerzo, ha llegado a alcanzar las más altas cotas de miseria." (Groucho Marx)