Groucho Marx: Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…
El origen de la palabra crisis viene de Grecia y se traduce por separar. Gracias a la crisis se puede escribir un texto con sus palabras separadas y silencios disfrazados con adjetivos que endulzan una realidad quizá demasiado mezquina.
La palabra economía se compone de casa y administrar. A mí me viene a la cabeza econo y mía, aunque todavía no he inventado una traducción para econo me entran unas ganas de que sea mía…
Así pues, crisis económica, atendiendo a su origen etimológico puede significar: separar la administración casera. Uno para mi casa y tres para hacienda.
Mientras en la mayor (y me quedo corto con mayor) parte del planeta existe una lucha diaria por llevarse algo a la boca, sin tiempo a deprimirse como un señorito occidental… aquí estábamos encantados con el gran invento: puedo tener parabólica, dos coches, uno de ellos, el tuneado, para ir al bar a que lo vean; pantalla de plasma (de esas que puedes correr por el cuarto de estar siguiendo el balón por la pantalla kilométrica); apuntarme a twitter, facebook y esas palabras tan raras para contar amigos (que no veo); dejarse una cuota en el equipo de millonarios que buscan el gol y hasta tener cinco pantalones de marca… sí, ese gran invento: el banco.
Ahora la gestión de los políticos se pone en evidencia pero… aquí está la piedra angular de la política: el votante se refugia en las ideas (esa palabra que sirve para encontrar una justificación a la huída de los hechos que tanto nos aterrorizan) y el concepto y el símbolo vuelven a presidir esta mentira que sirve para enmascarar los hechos.
Ahora hay crisis económica, crisis que tapa el vacío que llevamos dentro.