Me dice un amigo de un amigo; por
cierto, eso de que los amigos de mis amigos son mis amigos es una de las
estupideces mayores que he escuchado, ¿por qué van a ser los amigos de mis
amigos, mis amigos? A no ser que definas amigo a lo facebook (cientos, miríadas
de amigos… ¿a los que les cuentas cosas íntimas?) Bueno, me dice que escriba
algo de política y de paso si soy zurdo, diestro o ambidiestro (¿por qué no se
dice ambizurdo?) de ideas. Me niego.
Como para mucha gente la política
es la posibilidad (siempre que ganen los suyos) de la paz mundial, seguroquelohacenmejor,
losotroslohacenpeor… (he puesto todas las letras juntas, me ha dado por ahí);
cuando uno habla de política puede herir sensibilidades. Y si a uno le da por
decir cosas tipo: si cambias tu mundo cambias el mundo, hechos antes que
palabras… entonces te pueden tachar de utópico e irresponsable, raro o “este
vive en los mundos de yupi” (tengo que analizar la palabra “yupi” otro día;
¿recordáis los de mi generación la canción yupiyaya, yupi yupiye? ¡qué tortura
de canción! ). Así que… ¿Cómo hablar de política y declararse ambizurdo,
diestro, o lo que sea de ideas? Así, públicamente. ¿Y a quién le importa lo que
uno sea o no sea? ¿Y por qué es tan importante que se sepa? El hombre: ese
homínido que se cree que ya no es un animal (mientras hace guerras) y piensa
que es el centro de todo. Un águila no se pregunta quién es o a qué sitio
pertenece, vuela, caza y vive y con sus actos contribuye al equilibrio. Solo el
hombre intenta ser algo que no es (dar imagen) y modifica (o arrasa) la tierra
con la que luego se identificará para ser un homínido de lo más mono (y por eso
salimos todos monísimos en las fotos de washapp) en la ciudad o “polis” que es
de donde viene la palabra política. Esa palabra que pretende organizar las “polis”
por el bien común mientras el común, justifica odiar al otro común si no
comulga con sus ideas, que es el opuesto de los hechos. (¡Mierda! No me quito
de la cabeza la canción del “yupiyaya” que he recordado líneas arriba)
Me he dejado la “familia
política” Lo que no puedo es cuando algún yerno llama “mamá” a su suegra. Que
no, que eso no puede ser, para una cosa que está claro que solo hay una.
Utilicemos mejor las palabras, no las politicemos. ¡Yupiyé!
Aviso: si la escuchas tendrás el soniquete todo el día: