A veces se olvida que la “normalidad” es el cambio y el motor del sufrimiento es intentar resistir a los cambios.
Nunca ha habido
vuelta a la normalidad, solo puede haber vuelta a… este momento.
A veces se olvida que la “normalidad” es el cambio y el motor del sufrimiento es intentar resistir a los cambios.
Nunca ha habido
vuelta a la normalidad, solo puede haber vuelta a… este momento.
El caso es que la autoayuda se ha convertido en moda, como la felicidad, la
superación o los followers; literalmente seguidores. Digamos que la felicidad
es inversamente proporcional a la superación de los pocos followers que les
gusta la foto o tu vida entera que has retratado en la web.
Cuando algo se pone en mano de la moda se pervierte su significado y se
instala en la confusión. Así pues, asistimos al espectáculo de gente en masa
buscando esperanza, recitando frases motivacionales, cantando alrededor de árboles,
repitiendo que los problemas no existen o fingiendo que han alcanzado un nivel
(por supuesto superior) espiritual que otros no pueden entender, excepto su
gurú o escuela de superdotados espirituales que saben que son un poco más
especiales que el resto.
Todo esto nos lleva a una insatisfacción generalizada porque la motivación
no llega ni tampoco la esperanza. Años de mantras y oraciones no han funcionado
ni tampoco haber transcendido el ego si nadie está mirando la hazaña para
felicitarnos.
¿Qué hacemos con la autoayuda entonces? No seré yo el que dé una receta
mágica, pero si esperas estar libre de preocupaciones no vas a parar de sufrir.
Lo único que hasta ahora ha funcionado es incluir las preocupaciones como el
ruido de un avión si vives al lado del aeropuerto. Es decir, no tratar de no
preocuparnos, sino de no darle tanta importancia a preocuparse, preocuparse por
preocuparse; o preocuparse al cubo. ¿Difícil? Pues sí. El caso es que si una Suricata
de la Sabana tuviera una preocupación humana y se hubiera leído varios libros
de autoayuda de cómo afrontar el peligro del halcón y el acecho del chacal …
seguramente no saldría de la madriguera a ver mundo; eso sí, con máster en autoayuda
y superación animal.