19 agosto 2006

Conversaciones a la intemperie

-¿Qué es la atención? -preguntó mientras un aroma a lavanda inundaba el lugar, mientras dos mirlos tocaban un concierto desde nuestro árbol, mientras el rocío acariciaba nuestra piel, mientras el sol dibujaba sobre las nubes, mientras la vida atendía...




-Tengo un vacío muy gande desde que me dejó mi esposo.
-¿Y cual es el problema?
-No sé cómo llenarlo. He intentado miles de cosas.
-Ese es el problema.
-No entiendo.
-Miles de resistencias a ti misma.
-Pero...
-Comprende el vacío, no huyas. Compréndete.

27 julio 2006

Hace calor, suena un taladro...

Justo cuando me he puesto a escribir ha empezado la serenata del Taladro Bemol en Sol Mayor en el piso de arriba. Hoy quería hablar de la atención, hoy precisamente, que cada diez segundos tiembla el techo, que cada diez segundos sólo importa el sentido del oído.
He decidido prestar atención al taladro sin más, y sin más no ha funcionado, aparece la ansiedad. He decidido visualizar verdes prados, pero ha aparecido un caballo, taladro en en boca, que me perseguía por todo el monte. También he intentado la postura zen, sentarse y ya está, y ya estaba ahí el taladro anulando todos los sentidos menos el del oído. Finalmente lo he incorporado. Una cosa es el ruído del taladro y otra la interpretación de ese ruido. ¿Y si ese ruído hubiera estado ahí desde el principio de la existencia? Entonces estaría incorporado y sería de lo más normal. He prestado atención, no al taladro, sino a la inatención y a la atención misma. El ruido del taladro, constante, como una tropa de tanques circulando por el techo, rompiéndolo y metiéndose con un gancho futurista en el cerebro para pisotearlo (ahí es nada la descripción); pues ese ruido es un hecho... ¿Por qué interpretar el hecho? El ruido del taladro, su serenata surrealista, ya pertenece a mí. No estoy yo observando o prestando atención al ruído, yo soy el ruido, yo soy el taladro, en la totalidad no hay interpretación. No me separo del ruído (creando la consiguiente resistencia) El ruído es un hecho y no me separo ni huyo del hecho para analizarlo. Como diría J.Krishnamurti yo soy el analizador y lo analizado. Tengo brazos, un poco de tos, ganas de comer, hace calor y suena un taladro... eso es todo. Presta atención a la atención y ésta se disuelve. Incorpora el hecho. Lo que hace sufrir es el debería, hubiera, ocurrirá. Si no estuviera el ruído estaría más tranquilo. ¡No! ¡El ruído está! Lo que hace sufrir es la ilusión del si hubiera. Huir del hecho, desear otro estado diferente al del hecho, eso es introducir sufrimiento, excepto si se puede cambiar el hecho de forma positiva (sinceramente no voy a matar al propietario del taladro, no por falta de ganas, lo he pensado, jaja) Me refiero cuando el hecho psicológico es lo que hay. Imaginar, desear otro estado es irreal, pues este momento contiene toda la totalidad del universo, toda, es lo que hay y no huyo de ello, no comparo cómo estaba antes y cómo estoy ahora, ¡Ahora estoy! Tengo un poco de tos, hace calor, suena un taladro... eso es todo

16 marzo 2006

La semilla

Hoy, Luisito, se dirige con paso firme al colegio. No teme a la señorita Margari y sus broncas por estar mirando siempre al árbol que se ve desde la ventana. No teme a las visitas de su madre al colegio para ver como no progresa adecuadamente.

Hoy, Luisito, se dirige con paso firme al colegio. Margari ha organizado un concurso para premiar al alumno que consiga meter algo muy grande en algo muy pequeño.

Hoy, Luisito, se dirige con paso firme al colegio. Lleva una semilla de nogal en el bolsillo.

No lo busques en el mundo
que lo llevas dentro