Era su segunda cita y ella le preguntó cuánto duraba un beso. El la besó durante dos minutos y ella volvió a preguntar con una pícara sonrisa: “¿Pero cuánto dura?” Comprendió la pregunta cuando a la noche, solo en casa, el beso todavía se revolcaba completamente atemporal por su excitada mente.
Hay muchos trenes que pasan por tu vida; todo el mundo te lo recuerda y todo el mundo se agarra a ellos para echártelo en cara. ¡Coge el tren! ¡Es tu oportunidad! Y nadie, nadie, nadie… se acuerda que, a veces, primero hay que bajarse del que uno va.