Las historias mejores ocurrían en los pasillos, estos eran eternos y por ahí paseábamos todos con historias improvisadas lejos de los cuidadores. Había un interno que estaba allí desde niño al que solía acompañar y me preguntó si yo también estaba loco. Le dije que qué entendía por loco. Ya sabes, me comentó con su dulce sonrisa, hacer cosas diferentes.
-Cómo cuales.
-Escuchar a ver que dice la higuera del patio, hacer esto con los ojos cuando pasa la Esther, dar besos al plato antes de echar la comida, bailar sin música y eso que me dicen que no haga, ya sabes… (solía mandar callar a la gente que estaba en silencio)
-Entonces no estoy loco pero ¿Me podrías decir qué te dice la higuera?
-No entiende por qué está aquí interna si lo único que quería era producir sandías.
-¿Y qué te parece a ti eso?
-Que yo también tengo sueños.
-Cómo cuales.
-Escuchar a ver que dice la higuera del patio, hacer esto con los ojos cuando pasa la Esther, dar besos al plato antes de echar la comida, bailar sin música y eso que me dicen que no haga, ya sabes… (solía mandar callar a la gente que estaba en silencio)
-Entonces no estoy loco pero ¿Me podrías decir qué te dice la higuera?
-No entiende por qué está aquí interna si lo único que quería era producir sandías.
-¿Y qué te parece a ti eso?
-Que yo también tengo sueños.
1 comentario:
que hermoso, y que miedo que a uno lo tomen por loco por mandar callar al silencio, como si eso le hiciera daño a alguien o a algo. Las respuestas del loco son clarividentes. Quedo ligeramente escorada y francamente emocionada.
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