Entre las censuras de la supuesta
izquierda y la supuesta derecha (para mí no son reales estos términos, de ahí
“supuesta”) no vamos a poder decir un cagüen… ni ver películas donde salga un personaje machista (del que aprender a no
serlo) o algún tipo de violencia, ni leer novelas donde se digan tacos o se
insulte a cualquier Dios de cualquier religión, ni escuchar a Wagner, en prácticamente todos los conciertos, jamás
(porque era racista) ni Rigoletto de Verdi (La donna è mobile) ni decir en
conferencias “a todos nos pasa” sin decir a la velocidad del rayo “y también a
todas” ni poder expresar que las banderas te la… ni… ni…
En fin, que al final solo vamos a
poder ver o interpretar a los Tres Cerditos, Heidi, Tarzán y el Patio de mi
casa… aunque tampoco por el tema inmobiliario de las casitas, el bullying de la
señorita Rotenmeier, un tío blanco en la selva como el héroe en África y la
palabra “agachaditos” que puede fomentar poca autoestima en los niños.
¿Qué se puede escribir, componer
o crear libremente que los señores políticos de las supuestas izquierdas y
derechas permitan? Que nos hagan una lista por si acaso o que digan claramente
que está prohibida la libre-expresión y la creatividad. Es otro modo de tener
callada a la gente (y van por ahí los tiros, perdón por la palabra violenta
“tiros”) alentar un miedo a expresarse no vaya a ser que digamos algo
políticamente (nunca mejor dicho) incorrecto, nada guay o que no encaje.
La censura ha vuelto y ahora es
global.
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