Cuánta gente que no se rinde.
Ordenadita, con todo bajo control.
Buenos vecinos y con aspecto impecable.
Hasta el pelo revuelto lo llevan
perfectamente enredado.
Son luchadores, solidarios, sociables...
Un ejemplo a seguir, se dice de ellos.
Yo los miro desde la barrera,
Como a los toros.
Me dan un poco miedo, lo reconozco.
El día que me rendí,
que dejé de controlar,
empecé a tropezar
con muchos inviernos.
Me manchaba de barro.
Abría la puerta a la emoción.
Hasta abrazaba el caos.
Pero podía contemplarlo.
Darme cuenta de ello.
Y por dentro siempre era
Primavera.
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