Le espera vestida con su mejor desnudez. La lencería roja descansa al lado y sus piernas se muestran cruzadas con la mayor de las elegancias. Está tumbada de medio lado en la cama mostrando con descaro las caderas y sus pechos se hacen más presentes a medida que se esfuerza por ocultarlos entre sus brazos.
Por fin llega. Las ocho. Tira de la manilla del armario para que éste muestre el gran espejo que cubre toda la puerta. Coge la copa que está medio llena de champán y celebra con un gran brindis el haber descubierto por fin a la persona de su vida. Mientras, con una gran carcajada, la mira tan guapa ahí en el espejo, dispuesta a mostrarse libre en la vida, desnuda de pasados... y exclama alegre lo de todos los 14 de febrero: “Por ti bonita”.
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