Aquí estoy, sin ocurrencias, sin
infinitos ni promesas. Estiro los brazos y las ideas no estiran de mí, bostezo,
tengo un té en la mesa y ninguna idea en la cabeza. Podría escribir sobre las
farolas tristes que miran el suelo o la eternidad del minuto de dos amantes que
se encuentran; sobre las cosas que callamos, las imprescindibles mentiras o
historias sin historia de princesas.
Pero aquí estoy, sin ocurrencias.
Entra un rayo de sol cargado de sorpresas por la ventana y observo como los
geranios aplauden la escena. Geranio me recuerda a Don Genaro, el señor que
colecciona recuerdos mientras se toma un carajillo y manda al carajo las promesas que cumplir. Podría escribir sobre el destino que te empeñas en eludir, el
mendigo que pide ilusiones en aquella acera, la princesa Ginebra que provoca
una ulcera en el estómago de Luis o quizá sobre la bendita soledad cuando te
llevas bien con tu “mí”
Pero aquí estoy, sin ocurrencias,
sin infinitos… y con muchas ganas de escribir.
3 comentarios:
Las promesas iniciales se hicieron muchas ganas de escribir... Me gusta.
Y a mí... buenas "ocurrencias" con buen contenido.
Y a mí... Buenas "ocurrencias" con buen contenido.
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