Todavía recuerdo cómo en los años ochenta las revistas de corte espiritual decían que el siglo 21 iba a ser la época del despertar, de un avance en el ser humano. Lo llamaban “La era Acuario”
Pues ya estamos en esa época. Después de fallar todas las profecías del
fin del mundo de grupos apocalípticos, negacionistas y videntes que no ven más
allá del dinero, nos plantamos de lleno en estos tiempos.
El machismo aumenta en los últimos diez años, la adoración a la imagen es
el camino a la felicidad, se disparan famosos que cobran por contar a quién se
cepillan, el cepillo de la religión no arregla el estancamiento de las
Iglesias, agoniza la filosofía (bueno, directamente la quitan), el estereotipo
chico es con tableta abdominal y el estereotipo chica es… el de siempre
multiplicado por cinco operaciones. El yo es la apariencia, los libros son un
entretenimiento muy lento, se triplica la ansiedad en la última década, se censura
hasta la mirada y el clima está reñido con la producción de dinero.
Sobre el espíritu… nada de nada. Algunos se apropian de la palabra para
otras intenciones y las prisas no permiten tiempo para semejantes temas.
Supongo que todo esto será porque en 1999 no nos vacunamos. La vacuna de la
realidad, del darse cuenta, de la empatía y el respeto, del gusto por la
cultura, de lo lento y la paciencia, de la ausencia de represión, de la
libertad del amor y del amar… la vacuna del humanismo.
Veinte años ya de este siglo y no se atisba una nueva era por ningún rincón
de este ovalado (aunque plano según algunos; y para los revisionistas del
lenguaje también algunas) planeta-eto.
"La
humanidad, partiendo de la nada y con su solo esfuerzo, ha llegado a alcanzar las más altas
cotas de miseria." (Groucho Marx)
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