Recuerdo cada cambio de escenario a orillas del Ega, barcos hechos de
juncos, barbos sin afeitar y escalada. Recuerdo las escapadas del colegio a la
biblioteca para desaprender y los despistes que provoca el tener sueños. Aquellos
intentos de “¿nos besamos?” temblando la voz y animándose el cuerpo. Recuerdo
cada paleta de colores amarillos por tierra de campos; girasoles, adobe, gigantes
de paja y barro, silencio.
Recuerdo esas clases en la universidad y esas otras. El discurrir de
trabajos y el discurrir otros trabajos. Mis clases que no son mías, los
alumnos, cada persona que me enseña.
Todavía recuerdo los pisos que compartí y las amistades que vivían allí.
Recuerdo cada abrazo que se empeñaba en abrazarme. Recuerdo, vivo y me apasiono
con los que están ahora aquí.
Aún me quedan aúnes un día escribí. La libertad que se puede compartir, cada
brizna de hierba por aquellos caminos que recorrí.
¡Qué maravilla! ¡Qué maravilla! Siempre dice una maestra que la conozco
desde que nací. Recuerdo muchas cosas, pero sobre todo recuerdo… que solo es
posible estar aquí y eso está bien. Ahora es sinónimo de
oportunidad, de siembra o de cosecha. Recuerdo ahoras incómodos que
enseñan y ahoras que vivir.
¡Qué maravilla! ¡Nos vemos por aquí!
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