Solo soy un peregrino
que perdió la mochila
persiguiendo el vuelo
de aquellas aves.
Como marinero sin brújula.
Confuso, cual águila
en un gallinero o la afonía
en un león.
En la mochila llevaba
tres o cuatro futuros,
muda para afrontar los cambios
gafas para soñar,
y pastillas para no dormir.
Acabé en el albergue
de mi amiga Soledad.
Solo tenía tres normas:
Dejar la máscara antes de entrar
Hacer algo que nunca hayas hecho;
y prohibido censurar.
Encontré un libro
en la mesilla
que hablaba de mí.
Estaba en blanco
y lo reescribí.
Salí del albergue
persiguiendo el vuelo
de aquellas aves.
Como marinero sin brújula
y sin olvidarme de mí.
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