Tres petirrojos se posan en la repisa de mi ventana. Me
miran sorprendidos; a uno se le cae un trozo de musgo que llevaba para su nido
y el otro no dice ni pio. Me pregunto qué hará el tercero, pero ese soy yo.
Como en una metamorfosis de Kafka, pero convertido en petijrrojo, despliego las alas y emprendo mi sueño…
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