Acéptate
tal y como eres.
Esta gusta mucho, de hecho,
cuando llegan a casa después de oír a un supuesto experto decir que hay que
aceptarse como uno es, se refuerza la gilipollez en grado extremo. "Me han dicho
que me acepte como soy así que si exagero pues exagero y te aguantas pues yo
voy a ser feliz" En unos meses este tipo de aceptación lleva a consumo seguro
de tranquilizantes (que tampoco harán feliz a largo plazo)
Sonríe aún sin ganas.
Esta es muy guay. Si no fuera
porque a lo largo del año pasan cosas que requieren nuestra emoción inevitable,
repito: inevitable, de tristeza para equilibrar emociones, sería fantástico.
Así que cada vez veo más gente con caras extrañas haciendo muecas enseñando
dientes supongo que para mover endorfinas pero su gestión de la tristeza no
anda fina que digamos, llora joder, que no pasa nada, pero no te conviertas en
un quejica, término medio.
No existen los problemas.
Esta la suelen decir los neogurús
del siglo 21 y la gente se la cree. Así que cuando tienen problemas se inventan
que no los tienen y el problema va creciendo hasta que de nuevo nos encontramos
con la pastilla.
Hay que ser muy activo
En cuanto oyen esto se apuntan a
tres cursillos por semana, doce fiestas al mes, el amante, la querida, maratón,
karaoke y por supuesto el aumento de estrés lógico por empeñarte en ser activo.
Toma una pizca de patxarán después de comer y echa una siesta que no eres
imprescindible.
Evita gente tóxica
De esta ya he hablado muchas
veces. Es una de las preferidas pues nadie piensa que uno mismo es tóxico a
riesgo de evitarse a sí mismo y fomenta que “yo” soy de los buenos, especial y
los demás son los que no tienen razón y andan por ahí molestando. Si es que hay
cada uno… (que nunca soy yo)
Mejor olvídate del tiempo. Si
sales de trabajar a las tantas a ver quién carajo va a venir con una cajita con
su correspondiente lacito que lleva dentro tiempo. Tienes el tiempo que tienes,
aprovecha y acepta, ya está, no des vueltas.
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