Mientras hacía mis necesidades
(por qué se dirá necesidades, esa palabra puede abarcar hasta preparar
oposiciones en el WC) en la puerta de al lado seguía el hombre llorando
desconsoladamente. Pensé que a mí no me pasaría nunca eso de mayor (dícese un
adolescente de 40 o más que hace cosas de mayores como “establecerse”, mentir
mejor, creerse que ya es mayor y encajar en la sociedad que miente, se
establece y se cree que ya es mayor)
Tenía que tirar de la cadena para
que se fueran todos mis pensamientos por el retrete y me daba corte porque me
iba a oír y saber que le estaban escuchando llorar de esa manera tan
desgarradora.
Hubo una pausa cuando ya salí a
los lavabos y entonces abrió la puerta. Se me ocurrió preguntarle con mi
timidez de aquella época si se encontraba bien y jamás se me olvidará la
respuesta, que anote luego en mi diario, que literalmente fue:
-Mira chaval, un día entenderás
que llorar así es estar muy bien. La cabeza necesita expulsar por los ojos las
cosas que no le gustan.
Se dio media vuelta y observé que
en la chupa de cuero donde caían algunas greñas ya canosas (no sé por qué lo
recuerdo con más autenticidad que el rapado lateral que se hacen ahora imitando
a actores o millonarios futbolistas) ponía en su espalda… “Nacido
para nacer”
Jamás he visto un mensaje así y
menos en una cazadora o cualquier otra prenda. No dije nada pero me dediqué a
pensar en la respuesta y el significado del eslogan mientras llegábamos a
Boadilla de Rioseco entre girasoles, campos infinitos y el cielo cayendo en la
tierra.
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