27 diciembre 2020

Vacunándose

En tiempos de vacunas deberíamos aprovechar y suministrar, ya puestos, la inyección de realidad.

Tiene efectos secundarios, eso sí, que habría que aceptar a cambio de sentirse más libre, que no más feliz. De pronto uno dejaría de ser lo que tiene, se caería el personaje y saldrían a flote los auto-engaños. Las personas verían la mierda como mierda, la soberbia como lo que es y el alpiste que nos echan para manipularnos (creencia en la felicidad duradera exenta de incomodidad) quedaría al descubierto y la revolución sería tal, que el mundo caería como un castillo de naipes.

La vacuna de realidad se guarda bajo siete llaves:

La llave de las necesidades creadas para distraernos

La llave de “dame de lo mío lo primero”

La llave de necesito un líder al que adorar o echar la culpa

La llave de la queja y la excusa

La llave del miedo a ser libre, a ir contracorriente, a no pertenecer…

La llave de “el universo gira alrededor de mí”

La llave que no ves y la puerta que siempre estuvo abierta


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