En una aldea gallega de la Ribeira, pasan las vacas junto a un antiguo
horno. Está situada donde la piedra habla y el silencio es tormenta, allá donde
el reloj se ha parado y las fuentes dan orujo, donde la carretera es camino y
las flores son meigas.
He visto lunas de sangre y cruceiros en la niebla, románico dormido y
ríos que sueñan, gatos supersticiosos y alguna lavandeira.
Decía Vicente Risco, autor de la tierra “Desde el lugar más reducido del
mundo, cualquier hombre puede contemplar la inmensa grandeza del firmamento” En
mis paseos de madrugada, yo he visto el firmamento en la misma tierra. El lugar
más reducido del mundo es no soportar la soledad. Allá por O Burgo, en tierras
celtas, las puertas están abiertas a quien sepa escuchar.
Allá donde se merienda Bica mientras das un bico y anochece más allá de la noche, donde todo depende y nada es lo que parece, donde el Sagrado es arte y la gente parlante. Éche o que hai.
“Adiós, ríos; adiós, fuentes; adiós, regatos pequeños; adiós, vista de
mis ojos: no sé cuando nos veremos” (Rosalía de Castro)
Marcho, que teño que marchar
2 comentarios:
Querido sobrino,: Que maravillosa poesía en prosa.Es algo que merece la pena,leerlo y releerlo. ,Eres un auténtico poeta.
Un beso.
Gracias
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