Este poema sufre una
crisis
existencial.
Le falta un Martini
a las cuatro y diez,
acompañado de
aquella
mujer de piel de
hielo
que ronda cerca de
aquí.
A este poema le
falta
ritmo, le sobran letras
y te necesita a ti.
A las cuatro y diez.
Lleva el de otoño,
sí, ese
que te pusiste ayer
que
no se veía donde
terminaban
las piernas.
Yo llevo el chaleco
y el bombín…
Y sal ya del salón
que estoy destrozando
un poema en la
habitación
esperando a que ese otoño
se caiga por aquí
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