Mi barco pirata donde vivía todo al abordaje, las pistolas para
desenfundar con decisión y aquel sombrero de donde, de forma mágica, salía el
héroe que llevaba dentro.
Los viajes por el río explorando a lo Cousteau, mis novelas de Salgari y
los comics de Verne, las cerezas que robábamos con alevosía, mi huelga de
estudios y la biblioteca donde todo lo aprendí.
Cinco enamoramientos sin “mientos”, cuatro intentos de vivir como el
Capitán Trueno, tres deseos que me vitalizaban, dos vidas paralelas y un sueño.
Los estúpidos que tanto me enseñaron, el avión hacia Londres con
turbulencias y las turbulencias que tanto me gustaban cuando las conocí.
La realidad en vena, el alumno que aprende de alumnos, la hipocresía en
el campo y en el campus de batalla, la cama con algunas ausencias y el
bar que no me bebí.
Ahora vuelve mi barco pirata con un ejército de ideas, la biblioteca de
la calle, mis novelas por vivir. Está la guitarra que me toca, las cerezas que
me roban, el profesor despistado, mi huelga para no adaptarme, la cama sin ausencia
y el ahora donde te conocí.
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