Aquello que te deja cicatriz y es reparado es una fortaleza. La fortaleza
eres tú. En Japón arreglan fracturas de cerámica espolvoreando polvo de oro,
plata o platino por respetar la historia del objeto, en lugar de ocultar que
tuvo roturas y así lo embellecen contando su transformación.
La estupidez de tener todo controlado y en orden te lleva a ser esclavo de
la seguridad y no fluir con los cambios, es decir, con la vida. Si creas una
resistencia con tus cicatrices internas y huyes mediante el control, tu vasija
acabará siempre en lugares que no le corresponden.
Si no valoran lo que aporto, si no aprecian mi fortaleza, otras personas
la valoraran. No andes por ahí intentando demostrar que vales. ¡Vales! Siempre y
cuando aceptes la belleza de la imperfección. Volviendo a Japón, lo que ahora
llaman Wabi.-Sabi Esa aceptación de lo imperfecto. La elegante belleza dentro
del deterioro del inevitable paso del tiempo.
¿Por qué fingimos que no sentimos lo sentimos? ¿Por qué tanto miedo a
realizar tu libertad? Lo imperfecto es la belleza de la vida y es lo único que
existe. La resistencia a lo imperfecto es la máscara que enseñas y que tanto
daño provoca.
Recogiendo las fases del kintsugi se podría decir:
1) El accidente. Lo que es no es lo que debería ser ni lo que te gustaría
que fuera. Ha ocurrido. Ya. Punto.
2) El armado. Vivimos en relación. La fuerza del cariño y la búsqueda de ayuda.
No escapar, porque allá donde vayas, contigo va aquello de lo que huías: tú
mismo.
3) La espera. Observa el proceso de cambio. Todo es ahora y mañana es
ahora.
4) La reparación. Punto crucial. Muchas personas se han identificado
tanto con su problema, su victimismo, su control, su mentira… que se asustan si
van a ser liberadas, reculan y huyen. Deja salir la libertad que llevas dentro.
5) La revelación. Date cuenta de que no te dabas cuenta. Se caen las
máscaras. Lo incómodo incomoda, pero no me desestabiliza, se acepta, fluye. Hay
algo dentro de mí que no depende de lo que ocurra fuera. Con esa fortaleza
interior recojo todo lo que ocurre y lo dejo ir.
Porque no se puede encerrar tu libertad, por eso sufres, por resistirte a ella con las creencias limitantes que has aceptado desde la infancia. Muestra tu libre imperfección, no reprimas y aparecerá la belleza. Ahora es la hora.
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