Asistimos a las cotas más altas en cuanto a debate político en España.
Corbata sí o corbata no y su relación con el ahorro energético. Teniendo en
cuenta la afición en este país por posicionarse, obviamos que un gran porcentaje
de votantes estarán de acuerdo con las respectivas posiciones de sus partidos
en cuestión, hasta el infinito y más allá.
Nos pueden tocar el bolsillo, los ahorros y hasta la moral, pero ¡Ay con
la ropa! España se resume en su nefasto refrán “Por la facha y por el traje, se
conoce al personaje”
En 1766, a Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache (italiano), se le
ocurrió erradicar definitivamente el uso de capa larga y chambergo (sombrero de
ala ancha) bajo sospecha de que se pudieran esconder armas y ocultar la identidad;
en resumen, por si las moscas. La reacción no se hizo esperar, ¡Un guiri
imponiendo quitar la moda española! Moda de capa y sombrero introducida por el
general Schönberg (apellido castizo donde los haya) Aunque el verdadero motivo
de las revueltas era el precio de los alimentos, fue la ropa la que puso al
español de a pie, en guardia.
De la capa y el sombrero a la corbata. En unos tiempos tan revueltos como
la tortilla (clima, guerras, migraciones, energía, incendios…) unos políticos
se ponen la corbata por montera y otros se la quitan como si les fuese la vida
en ello. Sinceramente, visto el tono de los debates entre ellos, yo optaría por
que fueran con una camiseta que pusiera “y tú más” Estas cosas solo pasan
cuando la exigencia es mínima, como va ocurriendo en los colegios, y no se les
ponen los huevos (perdonen el tono poco inclusivo) por corbata a la totalidad
del parlamento.
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