Hojas rojizas, ebrias de otoño, bailan con el viento; un anillo de
divorcio rueda libre. Los que miran al abismo a la cara, el cuerpo aceptado en
su hermosa imperfección, donde no llegan las palabras y un sí bemol de piano
que no necesita explicación.
Desnudos de prejuicios, hacer el amor a fuego lento, el abrazo abrazado, un
plenilunio enfocando la soledad, ese ataque de risa compartida, un diálogo de
miradas, el fracaso y su regalo, partículas flotando en el rayo de sol como
estrellas efímeras.
El anciano cumple ahoras, el mar cantando su vieja canción, el
lienzo interminable, la biblioteca que te lee, un rebaño de ovejas levantando
polvo, la ausencia de importancia, que sí pero no pero sí, la pregunta correcta
y los ojos que leen ahora estas palabras. Esas situaciones creadoras de belleza
más allá de lo esperado. Si observas bien, lo cotidiano esconde una sutil belleza.
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