Tula se perdió ladrando a la tormenta y regresó mordiendo la vida sin correa ni dueños. El gran magnate alcanzó el cielo, pero al perder el suelo, se mareó y vomitó su fortuna. El fraile perdió la fe por alguna esquina del monasterio, años después la encontró junto a los harapos de un pobre en África. Rocío se quejaba de los problemas que le tocaba vivir, un día los perdió y empezó a morir de aburrimiento. Se busca un abrazo perdido en el fondo de una botella, con o sin resaca. La guitarra olvidó sus notas y entonces improvisó. El ansioso perdió el dogma y encontró la creatividad. El buscador perdió su vida y por fin empezó a vivir.
Quién no se moja, no pesca peces
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