01 agosto 2023

Desnaturalizando

En medio de este caótico mundo de las prisas que es la vida moderna, nos hallamos ciegos ante el lento marchitar de nuestro entorno, un trágico desvanecimiento que susurra desde los ríos envenenados hasta las frondosas arboledas. Asistimos al increíble espectáculo de la estupidez ambiental. ¿Quién necesita aire limpio cuando podemos llenar nuestros pulmones con la dulce fragancia del progreso?

¿Cómo es posible que, en este frenético devenir, nos hayamos convertido en meros espectadores de la destrucción de la Tierra? En primera fila, casi con palomitas transgénicas asistiendo a la destrucción. Los osos polares caminan desorientados sobre un hielo cada vez más endeble, su hogar milenario ahora convertido en un frágil abismo.  Van en busca de un trozo de hielo que se va a convertir en paquete de plástico flotante.

Sin embargo, la distracción es nuestra especialidad. ¿Por qué preocuparnos por el cambio climático cuando tenemos teléfonos inteligentes, política y redes sociales para mantenernos ocupados?

El caos y la estupidez son nuestros fieles compañeros de baile mientras avanzamos hacia un mundo cada vez más exremo. ¿Extinción masiva? ¡No importa, aún podemos ver videos de gatitos en Internet!

Pero no hay que temer, porque siempre hay soluciones brillantes a nuestros problemas creados por nosotros mismos. Nuestros líderes, que son tan brillantes como bombillas fundidas, nos aseguran que las promesas de reducción de emisiones y acciones climáticas efectivas son tan sólidas como un castillo de naipes en un tornado.

Es hora de detenernos y volver a conectar con nuestra esencia, con esa parte de nosotros que todavía late en sincronía con el ritmo de la naturaleza. Debemos romper las cadenas de la indiferencia para encontrar la paz en lo sencillo, como los antiguos sabios que se deleitaban con la belleza de un atardecer o la melodía de un arroyo.

El mundo de las prisas puede esperar, pero la lenta agonía del entorno no puede soportar más demoras. La hora de actuar es ahora.





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