No
eres tu cuerpo ni te define, lo puedes observar, hay alguien que lo observa,
así que no te preocupes tanto por algo que no eres. No eres tus pensamientos ni
sensaciones, aunque pueden llegar a influirte si te identificas con ellos, pues
los puedes observar, hay alguien que los observa. Puedes comprobarlo. Las voces
que aparecen en forma de pensamiento, aparecen en la persona que las observa. Esta
persona es un ego condicionado por su educación y cultura según donde nazca,
por lo que tiene poco de real. Cuando te das cuenta de todo esto, del engaño, puedes
descansar en la consciencia, una realidad
incondicionada e inmensa donde encontrar paz.
Solo
tienes que observar unos minutos al día y preguntarte. ¿A quién surgen estos pensamientos? A
mí. ¿Quién es “mí”? El testigo que observa hasta su propio condicionamiento. ¿Quién
es el que piensa que soy un fracaso, un inútil?, ¿Puedes encontrar
ese yo que está experimentando el fracaso? Es solo un pensamiento ¿Es ese
pensamiento realmente una representación completa y precisa de quién soy? Reflexiona.
Por supuesto que NO. Es como si una pantalla de cine se olvidara que es una pantalla
y se identificara con las imágenes y sonidos que se proyectan en ella. Los pensamientos
aparecen y se van. O quizá sea como si te identificaras con el personaje de la
película en lugar de darte cuenta de que eres el espectador que está viendo la
película.
La
identificación ocurre cuando te fusionas completamente con un pensamiento, una
emoción o un rol y te percibes a ti mismo como si fueras ese pensamiento,
emoción o rol en lugar de la persona que observa. Siéntate diez minutos al día
a observar todo lo que aparece en tu mente, sabiendo que no eres todo eso ni te
define, sino el testigo de ello. Eres libre, completamente libre, si te das
cuenta.
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