La educación (social, familiar, institucional, publicitaria…), ese maravilloso sistema que parece diseñado para mantenernos dóciles y obedientes. ¿Asignaturas faltantes? Empecemos por el tan importante "cuestionamiento", esa habilidad peligrosa que podría hacernos pensar por nosotros mismos sin adoctrinamientos. Pero no, no queremos individuos pensantes, es más, uno mismo no quiere abandonar la pasión por sus identificaciones. Pero es uno mismo quién no cuestiona y se divierte siendo esclavo con sus ideologías.
Porque, sinceramente, ser un borrego más en el rebaño es tan cómodo y reconfortante. ¿Quién necesita pensar cuando puedes simplemente seguir ciegamente al líder? Y si alguien intenta sacudir tu conformidad, simplemente niega todo con una sonrisa vacía y sigue rumiando tu pasto mental.
Pero eso no es todo. También necesitamos un buen chute de “autoconocimiento” para entender nuestros demonios internos. ¿Por qué confrontar la realidad cuando podemos ignorar nuestras inseguridades y proyectarlas en los demás? Después de todo, no hay mejor manera de lidiar con nuestros problemas que echándoselos a alguien más, ¿verdad?
Y claro, ¡la intransigencia! ¡Qué virtud tan subestimada! Ser incapaz de considerar otras perspectivas o cambiar de opinión es el camino hacia la evolución intelectual y el progreso social. Mantengamos nuestras mentes cerradas como si fueran bóvedas blindadas, protegiendo nuestra ignorancia con uñas y dientes.
¿Don de gentes? ¿Otra asignatura? ¿Para qué? Solo es necesario si queremos interactuar con otros seres humanos, entender sus puntos de vista y encontrar áreas comunes de entendimiento. Quién necesita eso cuando podemos simplemente gritar más fuerte que los demás y aferrarnos a nuestras creencias como si fueran salvavidas en un mar de ideas diferentes sin ver la uniformidad.
Pero no olvidemos la guinda del pastel: creatividad inteligente. ¡Esa sí que da miedo! Imagina un mundo en el que todos cuestionen, piensen por sí mismos, comprendan sus problemas internos y sean capaces de entender y respetar a los demás. ¡Un desastre total! Pero si añades capacidad para realizar las cosas de una manera diferente, aportando nuevas ideas… Preferimos la mediocridad, la uniformidad y la obediencia, ¿verdad?
Así
que, por favor, sigamos criando generaciones de autómatas educados sin la capacidad
de pensar críticamente, que solo saben seguir instrucciones y conformarse con
lo establecido. Porque, quién sabe, tal vez si dejamos que la educación
florezca con métodos sobre autoconocimiento, la crítica social y el pensamiento
libre, podríamos hacer surgir con una sociedad realmente inteligente y
consciente. Y eso sería un verdadero desastre para los egos aferrados a su
propiedad intelectual: los países, las ideologías, la imagen, la identidad y
los gobiernos.
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