En medio de un páramo, donde reina la aridez y la descomposición, se alza una imponente rosa. No importa que esté rodeada de mierda, su belleza resplandece retando el entorno. Asímismo, si arrojas un diamante al vertedero, sigue siendo un diamante desafiando la putrefacción.
Entonces, si lo que te rodea te agarra del cuello y acorrala ¿Por qué ibas a dejar de ser tú? Eres más que las circunstancias que te rodean. Incluso cuando la vasija se quiebra el barro sigue siendo barro. ¿A tí qué te importa el contexto? No dejes que determine tu destino. Juega con lo que te toca, aprovecha la oportunidad y ¡Vive plenamente! No camines con la mirada baja, pues solo verás el suelo.
Eres tu guía, la brújula que te indica el norte, tu propio maestro. Por ello también pedirás ayuda cuando lo necesites, pues un buen maestro se deja enseñar. Abandona las cadenas del conformismo, los seguidismos, la política y las imitaciones.
¡Despierta! Levanta la cabeza a la realidad que te rodea. Rechaza la complacencia y las limitaciones autoimpuestas. Que tu voz resuene como el eco inquebrantable de una llama que se niega a ser apagada. ¡Sal de ti mismo!
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