Ya
están aquí, las elecciones generales. Ese increíble teatro político que nos
brinda la oportunidad de elegir entre dos tendencias igualmente deslumbrantes.
Como si tuviéramos que decidir entre ser atropellados por un tráiler o
pisoteados por un rinoceronte.
Esos
seres iluminados, los líderes, que nos guían a un futuro prometedor e inundan
con promesas que desprometen, pero da igual, queremos identificarnos, son tan
monos. Si me prometen un unicornio de colores en cada jardín, por mí, lo acepto
¡Cuánto talento desprenden!
Y qué
decir de la campaña electoral previa. Nos regalan pancartas, pins, cogen
nuestros niños en brazos, sonríen, juegan con los desfavorecidos a algún
deporte y nos dan palmadas en la espalda. ¡Qué emoción por Dios! Todo lo que
necesito para decidirme formalmente sobre quién dirigirá el país, ese gran
invento.
Por
último, hasta salen en la tele haciendo como que están enfadados entre ellos.
Es tan divertido. Es un constante ¡Y tú más! Para que puedan entender los
menores de edad el debate.
Los
políticos vienen y van, los problemas son los mismos con palabras diferentes,
cada año más bonitas; los políticos juegan al sillón y el ciudadano a
levantarse. Pero qué maravilloso espectáculo nos ofrecen.
¡Y tú
más!
La
política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les
sirve a ellos. (Louis Dumur )
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